Por qué con la comida SÍ se juega | Dra Natalia Albán

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  • čas přidán 28. 04. 2022
  • La selectividad o rechazo a ciertos alimentos se presenta cuando alguno de los sentidos se encuentra desintegrado a la hora de probar y/o disfrutar del alimento. En la mayoría de casos, que corresponden a los niños quisquillosos o picky eaters, se puede hacer frente a esta etapa realizando diferentes estrategias y juegos para acompañarlos; sin embargo, en niños con los que ya se ha realizado este abordaje en casa, y continúan con grandes aversiones sensoriales; se asustan con la comida; incluso, no logran ni tocarla, ni interactuar con ella, debemos realizar una asesoría multidisciplinaria con profesionales en pediatría, nutrición y fonoaudiología.
    Es esencial la integración de todos nuestros sentidos en el proceso de comer; necesitamos involucrarlos activamente todos en esta actividad, aunque a veces no lo notemos. Alguna vez te has preguntado, ¿cuántos sentidos tenemos?, probablemente has escuchado hablar de los 5 sentidos clásicos (olfato, oído, gusto, vista y tacto) y cada uno de ellos debe tenerse en cuenta en el momento de la interacción con los alimentos, y así, integrarlos de forma adecuada y evitar selectividad o aversión hacia diferentes características como texturas, crocancia, colores, etc.
    Sin embargo, no es tan común hablar de los otros 3 sentidos, que tienen la misma relevancia cuando hablamos de selectividad y buena relación con los alimentos, ¿cuáles son esos sentidos y cómo se vinculan con la alimentación?
    Equilibrio: es el sentido que nos permite estar en posición vertical; es uno de los sentidos más importante en la integración neurosensorial; en muchos niños, solo con corregir la postura en la silla se puede modificar, de forma evidente, la interacción con los alimentos.
    Propiocepción: es la capacidad que tenemos para reconocer nuestras necesidades a partir de la ubicación de cada una de las partes de nuestro cuerpo; en la alimentación podemos hacer uso de ella cuando empezamos a requerir habilidades como la coordinación mano-ojo, por ejemplo.
    Intercepción: es la facultad que tenemos para reconocer nuestras emociones y sensaciones dentro de nuestro cuerpo; cuando comemos podemos identificar diferentes consecuencias como saciedad, llenura, calor, sed, etc. Este sentido es crucial para los niños quisquillosos o picky eaters, ya que su rechazo puede tener relación con alguna sensación negativa que detectaron al consumir determinado alimento, puede ser piquiña, distensión abdominal, dolor de estómago, entre otros.
    Finalmente, consideremos 3 puntos importantes en la forma de analizar la integración de los sentidos en nuestra alimentación:
    Voluntad: siempre ten presente la importancia de invitar a hacer actividades alrededor de los sentidos con respeto, nunca obligarlos a realizar interacciones de este tipo, puesto que, pueden tener el efecto contrario y generar una aversión a ese alimento o a esa textura.
    Infancia de los padres: revisar la infancia de cada uno de los padres es una actividad que te puede dar información valiosa alrededor de la interacción con los alimentos y posibles sesgos que estemos trasmitiendo a nuestros hijos. Abrir la mente para desaprender diferentes conceptos que no agregan positivamente a este proceso.
    Ejemplo: eres el ejemplo de tus hijos, ten presente que es muy difícil esperar que nuestros hijos tengan interés por la comida saludable si como papás solo consumimos hamburguesas, papas fritas, dulces, postres y galletas. Tener horarios fijos y acompañar de forma empática nos ayuda en esta tarea que, pese a parecer sencilla, es un reto diario.
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