Paco Ibáñez - Coplas por la muerte de su padre [1969]

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  • čas přidán 12. 05. 2024
  • Recuerde el alma dormida,
    avive el seso y despierte
    contemplando
    cómo se pasa la vida,
    cómo se viene la muerte
    tan callando;
    cuán presto se va el placer;
    cómo después de acordado
    da dolor;
    cómo a nuestro parecer
    cualquiera tiempo pasado
    fue mejor.
    Nuestras vidas son los ríos
    que van a dar en la mar,
    que es el morir:
    allí van los señoríos
    derechos a se acabar
    y consumir;
    allí los ríos caudales,
    allá los otros medianos
    y más chicos;
    allegados, son iguales
    los que viven por sus manos
    y los ricos.
    Este mundo es el camino
    para el otro, que es morada
    sin pesar,
    mas cumple tener buen tino
    para andar esta jornada
    sin errar.
    Partimos cuando nacemos,
    andamos mientras vivimos
    y llegamos
    al tiempo que fenecemos,
    así que cuando morimos,
    descansamos.
    Los placeres y dulzores
    de esta vida trabajada
    que tenemos
    no son sino corredores
    y la muerte, la celada
    en que caemos.
    No mirando a nuestro daño,
    corremos a rienda suelta
    sin parar
    des que vemos el engaño
    y queremos dar la vuelta,
    no hay lugar.
    Esos reyes poderosos
    que vemos por escrituras
    ya pasadas,
    con casos tristes llorosos
    fueron sus buenas venturas
    trastornadas.
    Así que no ha cosa fuerte,
    que a Papa y emperadores
    y prelados
    así los trata la muerte
    como a los pobres pastores
    de ganado.
    Aquel de buenos abrigo,
    amado por virtuoso
    de la gente,
    el Maestre don Rodrigo
    Manrique, tan famoso
    y tan valiente,
    sus grandes hechos y claros
    no cumple que los alabe
    pues los vieron,
    ni los quiero hacer caros,
    pues el mundo todo sabe
    cuáles fueron.
    Después de puesta la vida
    tantas veces por su ley
    al tablero;
    después de tan bien servida
    la corona de su rey
    verdadero;
    después de tanta hazaña
    a que no puede bastar
    cuenta cierta,
    en la su villa de Ocaña
    vino la muerte a llamar
    a su puerta
    diciendo "Buen caballero,
    dejad el mundo engañoso
    y sus halagos,
    vuestro corazón de acero
    muestre su esfuerzo famoso
    en este trago;
    y pues de vida y salud
    hicisteis tan poca cuenta
    por la fama,
    esfuércese la virtud
    para sufrir esta afrenta
    que os llama".
    Así con tal entender,
    todos sentidos humanos
    conservados,
    cercado de su mujer
    y de sus hijos y hermanos
    y criados,
    dio el alma a quien se la dio,
    la cual la vio en el cielo
    en su gloria
    y aunque la vida perdió,
    dejonos harto consuelo
    su memoria.
    Autoría: Jorge Manrique / Paco Ibáñez
    [Coplas (o estrofas) I, III, V, XII, XIV, XXV, XXXIII, XXXIV y XL de "Coplas a/por la muerte de su padre", h1476]
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