El Chato de Puerto Lumbreras. Parrandas. Fuente-Álamo de Murcia (España), 17-12-1998

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  • čas přidán 18. 06. 2024
  • José Liberato Contreras Fernández, más conocido como El Chato de Puerto Lumbreras (1938-2000), fue un gitano nativo de Lubrín, en el oriente almeriense, pero afincado en Puerto Lumbreras (Murcia, España), y se hizo célebre en los ambientes musicales de esa comarca y de todo el sureste español por su maestría en las músicas de tradición oral.
    Heredero de la costumbre de que en los bailes de los cortijos tocara un único músico con guitarra, el Chato tañía ese instrumento preferentemente, y con su habilidad ponía toda la música necesaria para un excepcional baile suelto, que en esas tierras fronterizas entre Murcia y Almería se denomina “baile de parrandas”, por ser ese estilo de seguidillas el más demandando y practicado. Según algunos testimonios, el Chato fue el mayor responsable de la revitalización de los bailes sueltos en el área de Puerto Lumbreras, Lorca (los dos, municipios de Murcia), Vélez Rubio o Huércal-Overa (ambos en Almería), tras unos años de práctica desaparición de la costumbre de organizar bailes en los cortijos del poblado hábitat diseminado rural de la comarca. La emigración de la década de 1960 deshabitó los escenarios naturales de los bailes y parecía que esa función festiva se perdía. Y fue hacia mediados de la década de 1970 cuando el Chato adaptó los usos festivos a las circunstancias y comenzó a organizar bailes en los bares del terreno, a los que pronto se aficionaron las gentes de los alrededores, que habían crecido y vivido intensamente la fiesta con baile suelto en sus lugares de origen. Se hizo muy conocido en su comarca y fuera de ella (su estilo se imita enormemente por grupos e intérpretes de todo el sureste español), y su ejemplo lo siguieron otros, que de manera semiprofesional, tocaron en los bares desde aquella época durante varias décadas. La fuerte personalidad del Chato hacía que fuera el líder, y diera su nombre, al grupo de músicos que él buscaba para las ocasiones en que era contratado, de tal manera que se los conocía como la Cuadrilla del Chato o bien El Chato y su Cuadrilla. Esta cuadrilla, desprovista de los usos rituales de tipo religioso de las cuadrillas de ánimas, se podría catalogar como de reclamo (según la terminología de Emilio del Carmelo Tomás), pues practicaba, casi únicamente, la función festiva, es decir, las músicas para baile durante todo el año. Y con tales atributos comenzó a participar, no sólo en bailes en los bares, sino como una cuadrilla más en los encuentros de cuadrillas que se celebraban en el sureste español desde la década de 1980, como sus varias presencias en la Fiesta de las Cuadrillas de Barranda entre 1986 y 1996.
    Y precisamente del Chato de Puerto Lumbreras aportamos el siguiente vídeo a la Colección Memorias de la Tradición
    / antropologoclemente
    Se trata de una parrandas (una variedad de seguidillas) interpretadas en Fuente-Álamo de Murcia (Murcia, España), el domingo 27 de diciembre de 1998, con motivo de un encuentro de cuadrillas, cuya última actividad es una demostración de las cuadrillas participantes en el salón de actos de la Casa de la Cultura del pueblo.
    Al Chato lo acompañan en su cuadrilla de reclamo compuesta por cuadrilleros de Puerto Lumbreras y alrededores, como Domingo Morilla, el Mingo e Iván de la Escucha a la pandereta, o Cristóbal el Bomba a los platillos, y sus propios hijos. Al baile se encuentran la mujer del Chato, Maruja Muñoz, y Francisco Javier Nicolás Fructuoso, el Floristero, de Patiño (Murcia).
    Aunque la imagen es defectuosa ya que está descuadrada con el sonido (producto de la mala digitalización de una deteriorada y vieja cinta de vídeo), podemos observar la elegancia y picardía de la bailaora, que intenta una y otra vez los tradicionales engaños de las bailaoras expertas, que tratan de burlar al hombre con sus ademanes insinuados, iniciando vueltas que luego no dan, pero en las que el bailaor, también experimentado en este caso, apenas cae una única vez (al inicio de la segunda parranda), y ya advertido, sigue después exactamente a la bailaora en sus evoluciones. Estos engaños femeninos forman parte de las normas consuetudinarias, permitidas por la costumbre, que rigen los bailes sueltos en algunas comarcas del sureste español y que permiten que cada baile sea único al estar sujeto a la variabilidad habitual que tienen las músicas de tradición oral y los bailes de tradición gestual.
    Vídeo: cedido amablemente por la cuadrilla de Fuente-Álamo de Murcia
    Texto: Manuel Sánchez Martínez.
    Colección Memorias de la Tradición: Licencia Creative Commons BY-NC-SA
    En el siguiente blog se pueden encontrar algunos de los vídeos de esta colección formando parte de una explicación general.
    memoriasdelatradicion.blogspot...
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    memoriasdelatradicion@gmail.com
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  • Hudba

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