Lagunas de Ruidera Drone lapse (versión documental)

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  • čas přidán 7. 04. 2020
  • Texto original: Soy una tupida nube del templado mes de junio, nacida en algún lugar del sur sobre el mar Mediterráneo. El viento, meciéndome con su soplido, me ha traído hasta aquí. Mis nubes hermanas, las que llegan en septiembre y octubre, cuando estalla el otoño, son muy distintas a mí. Ellas están desbordadas de energía, son capaces de colmarse de agua y provocar grandes diluvios. ¡Qué lástima cuando, esas turbias aguas torrenciales, arrastran todo a su paso! Me han dicho que, alguna vez, incluso se han llevado por delante pesados coches y grandes casas. Y, sin embargo, los meses de julio y agosto pueden pasar sin una sola lluvia. Días y días, semana tras semana, sin una sola gota sobre la tierra. Porque aquí las precipitaciones son algo irregulares, dicen que el promedio es de 450 milímetros por año, pero yo no llego a verlas todas, paso rauda sobre el paisaje y me desvanezco cuando el calor de verano comienza a asentarse. Siendo así mi época, yo solo perdí unas pocas gotas, mi cuerpo blanco y esponjoso no suele cargar demasiado peso, por eso vuelo ligera. Me gustaría seguir la vía fluvial, descubriendo la inmensidad de una laguna antes de saltar a la siguiente. Me gustaría también, en este viaje por las alturas que recorre 36 kilómetros en menos de 7 minutos, llevarle a usted como espectador y compañero. Merece la pena ver lo que yo veo, sentir lo que yo siento. Como en una cadena, las quince lagunas de Ruidera se alinean con recta maestría, primero una, seguidamente otra, en perfecta consonancia. A veces un claro o una montaña inmensa entre ellas, a veces escasos metros de hierba las separan. A veces, pese a lo mucho que conozco el trazado, me sorprendo de llegar al final y contemplar las masas de agua del embalse de Peñarroya. Los humanos llaman “Campo de Montiel” a las tierras cimbreantes que sobrevuelo. Su terreno está ligeramente inclinado desde el sur hacia el norte, formando una superficie que crece a lo largo de 2.200 kilómetros cuadrados. La roca kárstica domina el lugar albergando, gracias a su permeabilidad a la infiltración de la lluvia, el acuífero 24 en su subsuelo. ¡Y qué henchido y rebosante de felicidad se pone cuando llueve! El acuífero 24 bebe el agua de las nubes de primavera para alimentar con generosidad las lagunas y manantiales vecinas. Pero ¿Cómo surgieron las lagunas? A veces, al contemplar su esplendor, me ha invadido esta interrogante. Una nube sabia me dijo una vez que, hace 65 millones de años, en los tiempos de la extinción de los dinosaurios, fue la primera vez que la placa continental africana se aproximó a la euroasiática, especialmente a Iberia, contra quienes comenzó a ejercer una constante presión que sigue en nuestros días. Al parecer, todo esto, unido al paso de miles y miles de años, generó el despliegue de los Pirineos al norte, Sierra Nevada al sur y las montañas costeras. Como hilo conductor, entre ambos relieves, una mixtura compleja de valles, montañas y llanuras entre las que destaca el valle estructural donde descansan las lagunas de Ruidera, extendidas con elegancia de sureste a noroeste. Y os preguntaréis también, ¿Por qué no fluye un río a través del valle, en lugar de las lagunas que son acumuladas por diques naturales o barreras? Yo también me lo preguntaba, hasta que comprendí la magnificencia de la naturaleza. Al fluir el agua a través de rocas kársticas, absorbe muchos minerales. En este proceso, cualquier desequilibrio químico o físico, como el movimiento del agua, el desarrollo vegetal o la evaporación del verano, provocan la precipitación de estos minerales y el crecimiento de la barrera. ¡Y qué barreras! Pueden alcanzar hasta los diez metros de altura, incluso más, aunque las pobres están sujetas a diversos procesos de envejecimiento por erosión. Al final, todos envejecemos antes o después. Cuando llegan esos meses de los que hemos hablado, donde la lluvia cae con brutalidad arriba de las barreras, se forman improvisadas cascadas. A veces, detrás de una laguna, una nueva barrera más grande ha surgido y el agua ha incorporado la antigua laguna. Creo que es así como se forman las lagunas más grandes, por unión con otras más viejas. Nada más y nada menos, se han necesitado diez mil años de trabajo y evolución para que surgieran las quince lagunas, todas ellas diversas, de tamaños distintos y profundidades que oscilan entre los diez y veinte metros. Y sí, las barreras envejecen, pero las lagunas también, ya he dicho que todos lo hacemos. En este caso, ellas lo hacen a causa de la sedimentación de material, principalmente organogénico, que se va depositando. Con ello, la profundidad del agua disminuye, desplazando las plantas acuáticas hacia el centro del agua, hasta que la superficie abierta haya desaparecido. La Laguna Cenagosa, la última antes del Embalse de Peñarroya, es el mejor ejemplo de esto. El Embalse de Peñarroya fue inaugurado en 1959 y, por aquel entonces, me comentaron que nacía con tres propósitos: ...

Komentáře • 1

  • @rubengopro
    @rubengopro  Před 4 lety

    ... proporcionar agua para la agricultura, generar electricidad y suministrar agua potable a las ciudades de Tomelloso, Argamasilla De Alba y Alcázar de San Juan. He viajado y volado mucho por la zona y sé bien que hoy en día el embalse es irrelevante para la generación de electricidad. Pero tendría usted que verlo en primavera, si está totalmente represado puede observarse con claridad su enorme área de 420 hectáreas, con un volumen de 51 millones de metros cúbicos y una profundidad máxima de casi 32 metros. ¡Cifras importantes! Eso es más del doble que el agua de todas las lagunas de Ruidera, ni que decir que, si nos referimos a la Mancha, territorio que he visto siempre algo seco, es una cantidad de agua más que considerable.
    ¿Verdad que siendo nube se aprende mucho? Desde aquí la perspectiva es distinta, puedo ver el verdadero valor de las pequeñas cosas, de las simples, de lo auténticamente importante. Mi viaje es intenso y veloz, recorre todo el agua y finaliza con el crepitante sol de finales de junio. Y es que aquí, en medio de la Mancha, el verano a veces parece adelantarse. Pero no se preocupe, puede que esta aventura haya terminado por ahora, más es un hasta luego y no un adiós. Nosotras, las nubes, nacemos, volamos, lloramos, morimos y volvemos a emerger.
    Texto original de Paloma de Castro (EscritorPorEncargo.es) antes del corte debido a limitaciones de tiempo.