La Vida de Jesús, vence toda realidad de sufrimiento y muerte

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  • čas přidán 20. 08. 2024
  • Mc 5,21-43: Contigo hablo, niña, levántate.
    En aquel tiempo, Jesús atravesó de nuevo en barca a la otra orilla, se le reunió mucha gente a su alrededor y se quedó junto al mar.
    Se acercó un jefe de la sinagoga, que se llamaba Jairo, y, al verlo, se echó a sus pies, rogándole con insistencia:
    «Mi niña está en las últimas; ven, impón las manos sobre ella, para que se cure y viva».
    Se fue con él y lo seguía mucha gente que lo apretujaba.
    Había una mujer que padecía flujos de sangre desde hacía doce años. Había sufrido mucho a manos de los médicos y se había gastado en eso toda su fortuna; pero, en vez de mejorar, se había puesto peor. Oyó hablar de Jesús y, acercándose por detrás, entre la gente, le tocó el manto, pensando:
    «Con solo tocarle el manto curaré».
    Inmediatamente se secó la fuente de sus hemorragias y notó que su cuerpo estaba curado. Jesús, notando que había salido fuerza de él, se volvió enseguida, en medio de la gente y preguntaba:
    «¿Quién me ha tocado el manto?».
    Los discípulos le contestaban:
    «Ves cómo te apretuja la gente y preguntas: «¿Quién me ha tocado?»».
    Él seguía mirando alrededor, para ver a la que había hecho esto. La mujer se acercó asustada y temblorosa, al comprender lo que le había ocurrido, se le echó a los pies y le confesó toda la verdad.
    Él le dice:
    «Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz y queda curada de tu enfermedad».
    Todavía estaba hablando, cuando llegaron de casa del jefe de la sinagoga para decirle:
    «Tu hija se ha muerto. ¿Para qué molestar más al maestro?».
    Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo al jefe de la sinagoga:
    «No temas; basta que tengas fe».
    No permitió que lo acompañara nadie, más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Llegan a casa del jefe de la sinagoga y encuentra el alboroto de los que lloraban y se lamentaban a gritos y después de entrar les dijo:
    «¿Qué estrépito y qué lloros son estos? La niña no está muerta; está dormida».
    Se reían de él. Pero él los echó fuera a todos y, con el padre y la madre de la niña y sus acompañantes, entró donde estaba la niña, la cogió de la mano y le dijo:
    «Talitha qumi» (que significa: «Contigo hablo, niña, levántate»).
    La niña se levantó inmediatamente y echó a andar; tenía doce años. Y quedaron fuera de sí llenos de estupor.
    Les insistió en que nadie se enterase; y les dijo que dieran de comer a la niña.

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