¡Baja de esa nube! 💨

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  • čas přidán 30. 06. 2021
  • ¡Baja de esa Nube!
    Todas las mañanas, cuando la leche se enfría.
    y se le forma una capa de nata,
    mi madre me susurra al oído:
    -¡Baja de esa nube, dormilona!
    Entonces, interrumpo
    mi conversación
    con el oso canoso.
    Y me tomó mi leche rapidito
    para no llegar tarde al colegio.
    Cuando la maestra revisa los cuadernos
    y en mi hoja solo ve algunas rayas mal trazadas,
    ella las mira con mala cara y me pide:
    - ¡Baja de esa nube, distraída!
    Entonces, paro de tejer
    con la oveja miope
    y copio deprisa las palabras
    que están en la pizarra
    para poder salir al patio.
    Cuando llega mi turno de saltar a la cuerda
    y los niños de la ronda comienzan a cansarse,
    todos me reclaman a una sola voz:
    - ¡Baja de esa nube, despistada!
    Entonces, suelto la carga
    que llevo sobre la espalda, abandono
    a las hormigas porteadoras
    y me pongo a saltar a mi aire, ligera.
    Cuando vamos a merendar a la plaza Mayor
    y el camarero tamborilea impaciente sobre la mesa,
    mi padre rezonga con dulzura:
    - ¡Baja de esa nube, pajarita!
    Dejo entonces,
    que el rinoceronte barrigón
    termine su café.
    y pido una chocolatada y un pastel de manzana,
    siempre lo mismo, para no demorarme más.
    Cuando me baño por la noche
    y el espejo se cubre de una niebla espesa,
    mi hermana se asoma por la puerta
    y relincha enojada:
    - ¡Baja de esa nube, niñata!
    Entonces, suelto las riendas
    del caballito de mar,
    me despido
    de los peces voladores
    y cierro el grifo para que
    mi hermana pueda pasar.
    Cuando llega la hora de acostarse,
    y mi madre me da un beso y apaga la luz,
    sin que nadie me vea
    saco la escalera
    que tengo bien guardada
    debajo de mi cama
    y trepo por ella. Entonces…
    … converso con el oso,
    tejo con la oveja,
    trabajo con las hormigas,
    saludo al rinoceronte y
    nado con el caballito de mar.
    En lo alto de la noche
    ya no oigo a mi madre,
    a la maestra, a los niños del colegio,
    a mi padre ni a mi hermana.
    Solo escucho los murmullos
    que entre nubes
    son un canto.
    Y así termina esta historia
    que vuelve a comenzar cada mañana,
    cuando la escalera está de nuevo en su escondite
    y mi madre me susurra al oído:
    - ¡Baja de esa nube, soñadora!

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