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El Dolor es un Largo Viaje - Fragmento de «La Casa Encendida» de Luis Rosales

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  • čas přidán 30. 04. 2019
  • EL DOLOR ES UN LARGO VIAJE (fragmento de La Casa Encendida, de Luis Rosales)
    El dolor es un largo viaje,
    es un largo viaje que nos acerca siempre,
    que nos conduce al país donde todos los hombres son iguales;
    lo mismo que la palabra Dios, su acontecer no tiene nacimiento, sino revelación,
    lo mismo que la palabra Dios, nos hace de madera para quemarnos,
    lo mismo que palabra de Dios, corta los pies del rico para igualarnos en su presencia;
    y yo quiero deciros que el dolor es un don
    porque nadie regresa del dolor y permanece siendo el mismo hombre.
    Todo llega en la vida por sus pasos contados,
    la primavera y el verano, la ignorancia y la lluvia,
    porque no hay nada gratuito,
    no hay alegría, por pequeña que sea,
    que no tenga que conseguirse
    como la hormiga testaruda lleva su carga tronco arriba;
    no hay alegría, por importante que nos parezca,
    que no termine convirtiéndose en ceniza o en llaga,
    pero el dolor es un como un don,
    nadie puede evitarlo,
    las esperanzas, el amor, el dinero,
    todos los bienes terrenales
    siempre están contenidos por él y son igual que pájaros que vuelan sobre el mar,
    y son igual que pájaros,
    por más y más que vuelen nunca se apartan de su fin.
    AHORA QUE ESTAMOS JUNTOS
    y siento la saliva clavándome alfileres en la boca,
    ahora que estamos juntos
    quiero deciros algo,
    quiero deciros que el dolor es un largo viaje,
    es un largo viaje que nos acerca siempre vayas adonde vayas,
    es un largo viaje, con estaciones de regreso,
    con estaciones que no volverás nunca a visitar,
    donde nos encontramos con personas, improvisadas y casuales, que no han sufrido todavía.
    Las personas que no conocen el dolor son como iglesias sin bendecir,
    y yo quisiera recordarte, padre mío, que hace unos años he visitado Italia,
    yo quisiera decirte que Pompeya es una ciudad exacta, invariable y calcinada,
    una ciudad que está en ruinas igual que una mujer está desnuda;
    cuando la visité, sólo quedaba vivo en ella
    lo más efímero y transitorio:
    las rodadas que hicieron los carros sobre las losas del pavimento,
    así ocurre en la vida;
    y ahora debo decirte
    que Pompeya está quemada por el Vesubio como hay personas que están quemadas por el placer,
    pero el dolor es la ley de gravedad del alma,
    llega a nosotros iluminándonos,
    deletreándonos los huesos,
    y nos da la insatisfacción que es la fuerza con que el hombre se origina a sí mismo,
    y deja en nuestra carne la certidumbre de vivir
    como han quedado las rodadas sobre las calles de Pompeya.

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