🔔🔨 Traslado de María Santísima de la Paz al Santuario de Santa María de la Victoria @hdadsagradacena

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  • čas přidán 7. 07. 2024
  • ¿Se puede regresar a un lugar en el que, en realidad, nunca antes has estado? La Virgen de la Paz sí. Por múltiples razones. Porque en la Victoria se creó la cofradía que le rinde culto hace ahora cien años. Porque en el Santuario aún se encuentra el espíritu de sus fundadores. Porque en la misma plaza, desde hace unos años, un mosaico cerámico recuerda la presencia victoriana de la hermandad que fue. Y porque, aunque sus almendrados ojos de caramelo, esculpidos por Luis Álvarez Duarte, han contemplado por vez primera las barrocas yeserías del camarín de la Patrona, en el interior de su candelero custodia la mascarilla de la primitiva imagen de Martín Simón que quedó calcinada en el trágico incendio de la capilla de la estación de aquel desgraciado 28 de diciembre de 1969 y que sí fue venerada en esta iglesia prácticamente durante toda su vida. Así que, de uno u otro modo, sí que se puede volver allí donde antes no se estuvo. Y sin tener que recurrir a estrambóticas teorías físicas sobre la posibilidad de viajar en el tiempo ni caer en paradojas temporales que las descartarían. Sin aplicar hipótesis de Einstein y sin inventar, como Spielberg, condensador de fluzo alguno. En esta mañana de domingo, cálida en todos los sentidos y, verdaderamente histórica, la Paz ha vuelto a la Victoria, a su casa primitiva
    Y lo ha hecho en un traslado de menos a más que la ha llevado desde su actual sede canónica, en Santo Domingo, hasta la basílica de la Victoria, desde bien temprano. A las nueve en punto de la mañana se echaba a andar la comitiva para atravesar la explanada donde ya se daban cita los cofrades más madrugadores. Medio centenar de hermanos con velas precedían el trono donde iba la Virgen, muy alta, sobre la peana del templete de la custodia de los Mártires y en las actuales andas de traslado de la cofradía, el antiguo trono procesional de cada Domingo de Ramos, obra de Francisco Palma Burgos, con un equilibrado adorno de flores variadas en tonos blancos, con predominio de rosas y con detalles como mariposas y palomas en miniatura en el moldurón o las elegantes copas laterales. Lucía su terno en color blanco, con bordados antiguos del siglo XIX, procedentes de Italia, restaurados y pasados a tisú de plata por Antonio Cejas y regalo, como la media luna a sus pies, de un cofrade que le da gracias a diario. Porque, quien más y quien menos, ha vivido en sus carnes y alimenta su fe con la experiencia de esos grandes y pequeños milagros de la Virgen por mediación de la imagen de la Paz.
    El cortejo atravesó el desértico Perchel, sin una triste sombra, para cruzar el puente de la Aurora y adentarse en un insólito, cofradiaremente hablando, Postigo de Arance, tan céntrico pero tan ajeno al procesionismo y salir a una calle Carretería de persianas bajadas y que deja en evidencia cómo el Centro lleva años convertido en un decorado de cartón piedra. Sin residentes que se asomaran a los balcones para ver el tránsito de la cofradía, aunque allí, en la confluencia con Andrés Pérez, estaba Juan Rosén, vecino de siempre, para entregar al hermano mayor, Rafael López Taza, un pequeño retrato en blanco y negro de la desaparecida imagen de la Paz.
    Todo esto cambiaba conforme el traslado se acercaba a la Victoria, el penúltimo bastión habitado de la ciudad y que le planta cara al modelo y a la gentrificación imperante. Vecinos que sí salieron al encuentro de la Virgen de la Paz y que aplaudían cada mecida, cada arranque con el izquierdo, cada paso que la acercaba a su barrio primigenio.
    Tras el trono se disponía la banda de música del Rocío, que no dejó de tocar y a un grandísimo nivel. Un repertorio bien elegido, de marchas triunfales, de corte alegre, las de siempre. Marchas clásicas, reconocibles, de Pedro Morales, Artola, Farfán y Santiago Ramos. Salía de Santo Domingo con la la marcha 'Triunfal' y 'La Virgen de la Paz' para enlazar con la siempre emocionante 'Pax Malacitana'. Durante el itinerario, modificado, una vez más, a última hora por las obras en la calle Madre de Dios (en realidad, hay obras por todas partes), la comitiva fue recibida corporativamente por Estrella, Dolores del Puente, Sangre, Gitanos (que hizo entrega de un cuadro con sus titulares en recuerdo de este momento), Sentencia, Rocío, Amor, Humildad y Victoria. El trono ingresó en Cobertizo del Conde con 'Alma de la Trinidad' y 'Coronación de la Macarena', enlazadas. Este punto, en el pasaje Escultor Pérez Hidalgo supuso como una simbólica frontera de acceso al barrio para iniciar el inédito ascenso a la Victoria por la plaza Miguel de los Reyes y las Lagunillas (también en obras). Los mensajes en forja en los muros de los edificios abandonados suponían una oda a la degradación y a la abulia urbanística, pero también a la resistencia: 'Mi esperanza', 'Mi hogar', 'Mi mundo'...
  • Zábava

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