PRENDIMIENTOS |

No soy un experto en Sagrada Escritura pero es de común conocimiento que, dentro de los mismos evangelios, los textos referidos a la Pasión, muerte y Resurrección de Cristo son en los que concurren un mayor número de características de verosimilitud. En primer lugar por ser los primeros en escribirse ya que en esos pasajes se encuentran los momentos más importantes de la redención y de la fe cristiana y en consecuencia, en segundo lugar, porque era muchísimo más importante para la primitiva Iglesia, conservar estos momentos cruciales una vez que, los testigos oculares (Hch. 10, 34ss) los Apóstoles, iban muriendo. Gracias a estos textos, el cristiano podía identificarse con Cristo en su agonía de Getsemaní y recorrer con él, en su lectura, la traición de Judas, el juicio de Anás y Caifás o la sentencia de Pilatos; las palabras de Cristo a San Dimas, el buen ladrón o las negaciones de Pedro.
El curioso visitante que venga a Baena podría llamarle la atención un hecho similar: desde el Domingo de Ramos al de Resurrección y sin solución de continuidad, se puede hacer lo mismo pero en vez de en un texto, en una catequesis pública como la que realizan nuestras Hermandades y Cofradías. En esta ocasión, sirvan estas letras para glosar un mismo momento vivido de tres formas distintas pues, en esta Baena mía y nuestra, a Cristo no se le prende una vez, sino tres.
Émile Boirac, psicólogo de finales del S. XIX, acuñó el término "deja vu" para expresar esa extraña sensación que tenemos de haber vivido algo anteriormente en otro lugar o momento. Y solo así se puede entender este hecho curioso que sucede en Baena: la Cofradía de Ntro. P. Jesús del Huerto y San Diego, en los aledaños de la Plaza de la Constitución, en la noche del Miércoles Santo, concita a judíos coliblancos, sayones y Apóstoles para el momento esperado. Judas, negando el abrazo de comunión de sus condiscípulos y guiado solo por el serpenteante sonido de una vara de sayón, busca no una, ni dos, sino hasta tres veces, entre la gente a un Jesús orante y agónico en el huerto de Getsemaní y tras haberlo encontrado, firma su traición entregando a la turba al Hijo del Hombre.
De igual manera, la tarde del Jueves Santo, se repite la historia quizá para que no se nos olvide lo que nos dijo: "(…) Por eso el Padre me ama, porque yo doy mi vida para tomarla de nuevo. Nadie me la quita, sino que yo la doy de mi propia voluntad (…)". (Jn. 10, 17-18). Uno a uno, los Apóstoles ofrecen sus atributos de martirio: si Él es el primer mártir, los siguientes no hacen más que imitar al que es paradigma de entrega generosa, hasta la sangre, por amor. De nuevo traición de Judas a Ntro. P. Jesús del Prendimiento y de nuevo trompetas y tambores de muerte: la Turba se alegra, banderas al vuelo, en el mal sin saber que ese mismo sellará para siempre su bien.
El Viernes Santo, ya definitivamente, la turba de judíos colinegros hace lo mismo pero no como hecho aislado, sino como parte culminante de una historia de salvación que comienza en el Génesis con el primer pecado de Adán y culmina con la sentencia. Tamaño pregón, llamado "del Paraíso", impregna de plumeros y colas negras los muros de la Casa del Monte, en la Plaza de la Constitución, para, desde ese privilegiado balcón, resumir la historia sagrada. Así, emulando los anteriores, Judas se convierte en chispa de amor que prende a toda la Turba que se precipita, como ciegos sobre el Nazareno. No dudo, desde la primera vez que lo vi, que ese amor es el que les mueve, en un revoloteo de banderas, trompetas y tambores a correr, en un extraño privilegio, con Él sobre sus hombros. Quise oír un día a un anciano cofrade decir que si logran salir de la plaza con el Nazareno, la turba se lo quedan para siempre: quizá no o quizá sí la cuestión es que no lo logran… todavía.
Si tres fueron las negaciones de Pedro, tres veces es prendido Cristo en Baena. Prendimiento o Prendimientos, Cola negra o Cola blanca; da igual quién o qué, pues Dios es el mismo y el mismo Amor el que derrama.

[@acofradiasbaena]

Descripción de M.I. Sr. D. Juan Laguna Navarro, Párroco de Santa María la Mayor y San Bartolomé de Baena.