DANZA DEL CAIMAN CIENAGUERO

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  • čas přidán 4. 08. 2020
  • Esta leyenda escrita por Darío Torregroza Pérez, basada en una tragedia ocurrida en el puerto cachimbero el cual era un atracadero fluvial donde quedaba el mercado público del municipio, un 20 de enero, día de san Sebastián, cumpleaños de Tomasita, hija de Miguel Bojato y Ana Carmela Urieles, como de costumbre su padre le festejaba su cumpleaños y envió a su esposa Ana Carmela urieles a comparar los ingredientes, para el popular sancocho de gallina, Cuenta la leyenda que mientras ana urieles compraba, tomasita en un descuido se fue a jugar a la orilla de la laguna, y al darse cuenta su mamá de la perdida de la niña inicio la búsqueda con pescadores, y compradores del lugar pero sin encontrarla
    Pescadores y buceadores la buscaron por todo el caño, pero sin encontrarla y más adelante según la leyenda se dice que un caimán se la había comido, el pescador miguel bojato con lágrimas en los ojos recibió la noticia y acabo con la parranda, la primera noche de velorio esta juanita hija del pescador bojato fuera del matrimonio, este al salid del cuarto a la sala y al ver a su hija la toma por los hombros y le dice de esta manera.
    “Hoy día de San Sebastián
    Cumple años Tomasita
    Este maldito caimán
    Se ha comido a mi hijita”.
    “Ay mijita linda
    ¿Dónde está tu hermana?”
    “El caimán se la llevó
    El caimán se la comió”.
    La segunda noche de velorio se llevó tamborcito, macho y hembra, tambora, guache o guacharaca, y cañana de millo, y así nació el caimán con aire y sabor a danza.
    Antiguamente todo los 20 de enero se lanzaban a las calles, con un caimán de caña o guaduas forrado con papel periódico pintado de verde y como ojos un par de focos, acompañados por un grupo de hombres que iban disfrazados de mujer durante todo el recorrido ya que las damas inicialmente estuvieron excluidas del festejo. Quizá, porque se entendía de mal recibo aquel relajo varonil. Estos iban diciendo versos picantes, que se hacían hasta altas horas de la noche. Estos versos eran para al dueño de la casa o a cualquier situación del momento, además llevaba una banderita que entregaban de casa en casa para recoger plata para el ron. En este entonces la música era tocada con dulzaina o caña de millo y los danzarines salían con ropas prestadas por las mujeres de su casa, no había un vestido igual para todos.

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