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Feliz día del Maestro

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  • čas přidán 14. 05. 2016
  • EL SEMBRADOR
    Blanco Belmonte
    De aquel rincón bañado por los fulgores del sol,
    que nuestro cielo triunfante llena,
    de la florida tierra donde entre flores
    se deslizó mi infancia dulce y serena.
    Envuelto en los recuerdos de mi pasado,
    borroso cual lo lejos del horizonte,
    guardo el extraño ejemplo nunca olvidado,
    del sembrador mas raro que hubo en el monte.
    Aún no se si era sabio, loco o prudente
    aquel hombre que humilde traje vestía;
    sólo se que al mirarle toda la gente
    con profundo respeto se descubría.
    Y es que acaso su gesto severo y noble
    a todos asombraba por lo arrogante:
    ¡Hasta los leñadores mirando al roble
    siente las majestades de lo gigante!
    Una tarde de otoño subí a la sierra
    y al sembrador sembrando, miré risueño.
    ¡Desde que existen hombre sobre la tierra
    nunca se ha trabajado con tanto empeño!
    quise saber curioso, lo que el demente
    sembraba en la montaña sola y bravía;
    el infeliz oyóme benignamente
    y me dijo con onda melancolía:
    -Siembro robles y pinos y sicomoros;
    quiero llenar de frondas esta ladera,
    quiero que otros disfruten de los tesoros
    que darán estas plantas cuendo yo muera.
    ¿Por qué tantos afanes en la jornada
    sin buscar recompensa? dije. Y el loco
    murmuró , con las manos en la azada:
    -Acaso tu imaginas que me equivoco,
    acaso por ser niño, te asombre mucho
    el soberano impulso que mi alma enciende;
    por los que no trabajan, trabajo y lucho,
    si el mundo no lo sabe, ¡Dios me comprende!
    Hoy es el egoísmo torpe maestro
    a quien rendimos culto de varios modos:
    si rezamos, pedimos solo el pan nuestro,
    ¡Nunca al cielo pedimos pan para todos!
    en la propia miseria los ojos fijos,
    buscamos las riquezas que nos convienen
    y todo lo arrostramos por nuestro hijos.
    ¿Es que los demás padres hijos no tienen?...
    Vivimos siendo hermanos sólo en el nombre
    y en la guerras brutales con sed de robo,
    hay siempre un fraticida dentro del hombre,
    y el hombre para el hombre siempre es un lobo.
    Por eso cuando al mundo triste contemplo,
    yo me afano y me impongo ruda tarea
    y se que vale mi pobre ejemplo,
    aunque pobre y humilde parezca y sea.
    ¡Hay que luchar por los que no luchan!
    ¡Hay que pedir por todos los que no imploran!
    ¡Hay que hacer que nos oigan los que nos escuchan!
    ¡Hay que llorar por todos los que no lloran!
    Hay que ser cual abejas que en la colmena
    fabrican para todos dulces panales,
    Hay que ser como el agua que va serena
    brindando al mundo entero frescos raudales.
    Hay que imitar al viento, que siembra flores
    lo mismo en la montaña que en la llanura.
    Y hay qe vivir la vida sembrano amores,
    con la vista y el alma siempre en la altura....
    Dijo el loco...y con noble melancolía
    por las breñas del monte siguió trepando,
    y al perderse en las sombras aún repetía:
    ¡Hay que vivir sembrando! ¡Siempre sembrando!....

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