La música que nació del mar

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  • čas přidán 11. 09. 2024
  • Son muchos los artístas que han utilizado el mar como fuente de inspiración para sus creaciones. En todas las ramas del arte y por su puesto en la música ha sido un estímulo permanente hallando cantos y melodías en un mar que agrupa todos los sonidos.
    Los músicos han sido capaces de adentrarnos en ese mundo sonoro inabarcable logrando emocionarnos con el ensoñador canto de las sirenas o de las ballenas, el furor de la tempestad embistiendo los acantilados o del agua desplomándose sobre la arena.
    Los orígenes exactos de la música son obscuros pero fue la voz humana y la percusión una de sus primeras manifestaciones que no dejaron a su paso huella arqueológica alguna.
    Las caracolas marinas fueron uno de los primeros instrumentos musicales y soplar por ellas ha tenido una función ascentral y ceremonial en muchos lugares del mundo.
    El mar es un cofre que alberga infinidad de secretos. La música de sus profundidades esconde enigmas como el hermoso canto de las ballenas jorobadas. Estos animales, que producen el canto más largo y complejo del mundo animal, pueden llegar a entonar canciones de hasta treinta minutos. Una ballena se puede comunicar desde Canadá con otra ubicada en Puerto Rico aunque cada vez sean más preocupante las interferencias que produce el tráfico marítimo en la comunicación de estos animales marinos si consideramos que su única forma de subsistencia es la comunicación con sonidos dada su escasa agudeza visual.
    Para relacionarse con el universo marino, nuestros antepasados idearon una efectiva puerta de entrada y salida: los puertos. Cada puerto del mundo nació como una plataforma de operaciones destinada a concentrar y favorecer el trabajo en el mar. En ellos cohabitan no sólo las personas, los barcos, las mercancías y el dinero, sino además el arte y el pensamiento. No podrá extrañar a nadie que el mar y los puertos hayan desempeñado un papel protagonista en el acontecer de las artes y la cultura en general. En cuantiosas ocasiones los temas han servido de referente o de sugestión para poemas, pinturas, música sinfónica, ballets, u óperas...
    Por lo que respecta a la música culta, fue la compuesta durante buena parte del siglo XVIII hasta principios del siglo XX . La razón quizá debamos buscarla en la preponderancia que tuvo a lo largo este periodo el romanticismo; movimiento proclive a ensimismarse igualmente ante la fuerza indomable de la naturaleza exaltada y violenta como ante la contemplación que empujaba a la melancolía y la reflexión.
    Una estupenda y significativa muestra de la música orquestal relacionada con el mar es la que a continuación se ofrece:
    El holandés errante, también conocida como El buque fantasma, ópera de Richard Wagner que se estrenó en 1843 en la ciudad de Dresde, y narra la redención por amor de un marino condenado a vagar eternamente por el mar en un barco fantasma.
    Las dos suites para orquesta de la música acuática compuesta por el alemán George Friedrich Händel para que fuesen interpretadas durante una procesión real por el Támesis en julio de 1717.
    Como una “gran fantasía zoológica” calificó Camille Saint-Sains su Carnaval de los animales, fantasía para dos pianos y orquesta compuesta en 1886 y en la que cada movimiento representa un animal diferente. Aquarium, como su nombre indica, es el movimiento que simboliza el universo de los animales acuáticos, llevando el peso de la pieza el sonido del piano.
    Inspirado en Las mil y una noches, el ruso Rimsky-Korsakov escribió en 1888 Scheherezade, suite sinfónica estructurada en cuatro movimientos. El primero es el titulado El mar y el barco de Simbad, música de marcado “tono oriental” que describe la navegación del ya mítico marino.
    Il cimento dell'armonia e dell'invenzione es un conjunto de doce conciertos escritos por Antonio Vivaldi entre los que se incluyen las célebres Cuatro estaciones. Con el número 5 tenemos La tempestad en el mar donde de nuevo estamos ante la recreación musical del viento y el oleaje, pero esta vez por medio de una orquesta de cuerdas acompañada por un clavecín.
    Tres esbozos sinfónicos integran El Mar del francés Claude Debussy , tal vez la obra musical por excelencia dedicada al mar. Cada movimiento describe un instante determinado de la vida marina, constituyendo el conjunto uno de los trabajos más reveladores y decisivos del impresionismo musical gracias a la riqueza de la paleta orquestal muy próxima a lo pictórico.
    Dijo Debussy que “hay que escuchar el viento, que narra la historia del mundo”, pero los hallazgos habrán de depender de la capacidad de escucha y con buena aptitud entenderemos los paisajes sonoros.

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