LA VOZ DE LA TRADICIÓN (7): ENCÍCLICA "SUMMI PONTIFICATUS" PIO XII

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  • čas přidán 19. 05. 2024
  • El nuevo orden del mundo que regirá la vida nacional y dirigirá las relaciones internacionales -cuando cesen las crueles atrocidades de esta guerra sin precedentes-, no deberá en adelante apoyarse sobre la movediza e incierta arena de normas efímeras, inventadas por arbitrio de un egoísmo utilitario, colectivo o individual, sino que deberá levantarse cobre el inconcuso y firme fundamento del derecho natural y de la revelación divina. Es aquí donde debe buscar el legislador el espíritu de equilibrio y la conciencia de su responsabilidad sin los cuales fácilmente se desconocen los límites exactos que separan el uso legítimo del uso ilegítimo del poder.
    Si bien es verdad que los males que aquejan actualmente a la humanidad provienen de una perturbada y desequilibrada economía y de la enconada lucha por una más equitativa distribución de los bienes que Dios ha concedido a los hombres para el sustento y progreso de éstos, sin embargo, es un hecho evidente que la raíz de estos males es más profunda, pues toca a la creencia religiosa y a los principios normativos del orden moral, corrompidos y destruidos por haberse separado progresivamente los pueblos de la moral verdadera, de la unidad de la fe y de la enseñanza cristiana que en otro tiempo procuró y logró con su infatigable y benéfica labor la Iglesia.
    La reeducación de la humanidad, si quiere ser efectiva, ha de quedar saturada de un espíritu principalmente religioso; ha de partir de Cristo como fundamento indispensable, ha de tener como ejecutor eficaz una íntegra justicia y como corona la caridad.
    El Estado puede exigir los bienes y la sangre, pero nunca el alma redimida por Dios. Por esta razón, la misión que Dios ha encomendado a los padres de proveer al bien temporal y al bien eterno de la prole y de procurar a los hijos una adecuada formación religiosa, nadie puede arrebatarla a los padres sin una grave lesión del derecho[…].
    Una educación de la juventud que se despreocupe, con olvido voluntario, de orientar la mirada de la juventud también a la patria sobrenatural, será totalmente injusta tanto contra la propia juventud como contra los deberes y los derechos totalmente inalienables de la familia cristiana; y, consiguientemente, por haberse incurrido en una extralimitación, el mismo bien del pueblo y del Estado exige que se pongan los remedios necesarios.
    El crimen de lesa majestad contra el Rey de los reyes y Señor de los que dominan cometido con una educación de los niños indiferente y contraria al espíritu y al sentimiento cristianos, al estorbar e impedir el precepto de Jesús: Dejad que los niños se acerquen a mí, producirá, sin duda alguna, frutos amarguísimos.

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