Enrique Diaz exitos

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  • čas přidán 10. 09. 2024
  • ENRIQUE DIAZ
    00:00:11 EL TRATAMIENTO
    00:03:38 EN LAS CANTINAS
    00:07:01 FLOR DE LA HABANA
    00:10:49 LA COLONIA
    00:15:12 LA DEMALAS DE LUCHO
    00:19:31 RECUERDO INBORRABLE
    00:22:56 VIVO BORRACHO
    El maestro Enrique Díaz nació un 3 abril en Palo Alto, corregimiento muy cercano a María la Baja, municipio donde vivió gran parte de su vida y que fue fundado por unos campesinos que buscando agua se asentaron en esa tierra baja. De allí su nombre, para diferenciar estas tierras con abundante agua por su cercanía al Canal del Dique, que a su vez fue construido por los españoles, con la mano de obra de los esclavos africanos para llevarle agua a Cartagena. Enrique fue descendiente de esos africanos secuestrados en ese viaje sin regreso y utilizados como esclavos en estas nuevas tierras invadidas por el hombre blanco español con una espada y una cruz.
    Los antepasados de Enrique Díaz fundaron los famosos palenques, que se fueron convirtiendo en pequeños pueblos o asentamientos afrodescendientes. Su apellido lo heredó de la casta española.
    El maestro Enrique Díaz se alimentaba, en gran parte, de pescado que compraba en la puerta de su casa en Planeta Rica, Córdoba, ya que por allí pasan los vendedores que vienen del río San Jorge. En el patio de la que fue su sencilla vivienda no faltaban los pavos, gallinas, patos y otros animales para su sustento. Por las tardes se sentaba en su taburete en la puerta repitiendo la palabra “adiós”.
    De las tantas anécdotas vividas con él, recuerdo la primera vez que lo visité un tres de abril, día de sus cumpleaños. Él se previno porque pensaba que yo me podría imaginar que su casa era muy diferente. Lo llamé desde Montería y le dije que muy pronto llegaría y me contestó: «¿Verdad, compa? Lo espero, pero le digo una cosa, en mi casa no hay mucho lujo, pero arroz y manteca sí hay bastante».
    La música que más escuchaba era la de Farid Ortiz, Diomedes Díaz y su ídolo Antonio Aguilar. Comenzó tocando solamente y le cantaba a una hermana mayor; más adelante, con su condición de músico empírico, empezó a cantar y a tocar a la vez, porque le dijeron que el acordeonero que no cantaba no servía “pa’ na”, según me dijo. De allí comenzaría su gran carrera musical, que él creó con un estilo único. Este campesino hizo historia con muchísimos éxitos que aún se escuchan en muchos rincones del país y fuera de él, siendo La caja negra, de la autoría de Rafael Valencia, uno de los valletanos más sonados. Enrique Díaz me contó hace mucho tiempo, luego de cultivar una amistad de muchos años en él, cuando yo apenas comenzaba en estos ajetreos de la música, que La caja negra la grabó inicialmente Luis Enrique Martínez. Ambos maestros se encontraron en una oportunidad en la población de El Difícil, Magdalena, donde tocaron una parranda juntos, al día siguiente se fueron para el billar del pueblo y Luis Enrique se llevó el long play bajo el brazo, para que su colega lo escuchara. Me dijo Enrique: «Compa, apenas oí La caja negra yo me dije ‘esa pieza me queda bien es a mí’, y le dije al que ponía los discos que lo repitiera varias veces hasta que me lo aprendí. Compa, como a los 15 días me fui pa’ Medellín a Discos Victoria, y la primera pieza que grabé fue esa. Compa Julio, cuando reventó ese disco, vea, no había cantina donde no sonara, eso se regó rápido por to’ los pueblos».
    Y tenía razón Enrique, la primera vez que lo escuché fue en San Juan, en plena fiesta de toros, en una cantina rodante que andaba de fiesta en fiesta, y esa era la canción que más pedían. Me comentan a cada momento mis amigos Poncho y Emilianito que esa era la música que le gustaba a su mamá, la señora Pureza del Carmen Díaz, y cada que salía un disco de él, tenían la obligación moral de llevárselo a su progenitora.
    Enrique Díaz era el único juglar auténtico que nos quedaba.
    Enrique Díaz Tovar, de pocos amigos sinceros como él, hizo un aporte muy grande a nuestra música colombiana.
    Fuente.
    Revistas el Heraldo (21 de septiembre 2014)

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