De Chile a Argentina por el Paso Cardenal Samoré

Sdílet
Vložit
  • čas přidán 26. 06. 2024
  • ...se lo llevan todo sin hacer nada. Por eso dicen “viven como reyes”.
    Su incredulidad insostenible cierra súbitamente la conversación, como si no quisiera recibir más información acerca de la lamentable actualidad del viejo continente.
    Me gusta la perspectiva itinerante del viajero que corrige los indolentes hábitos domésticos para obtener una ganancia humilde y etnológica basada en el testimonio de la cultura como manifestación de infinitas variaciones de la condición humana que parece se fueran generando por efecto de una acumulación constante de pequeños cambios, que de repente y con un poco de suerte delata los prejuicios forzados por la autoridad vigente. Un poder irremediable de cuyo simbolismo fetichista y ridículo acumulado en esos tótems que carecen ya de la mínima decencia de fingir que son necesarios, deberíamos desprendernos.
    El mercado central de Chillán supera -a mi parecer- al de Santiago. Los productos están expuestos con un cuidado estilo, casi artístico, que dota al espacio de un valor gráfico y plástico, pictórico casi. La gran nave está cubierta por una bóveda de madera muy bien conservada y en el centro encontramos cocinerías que cuentan con una variada oferta de platos tradicionales y económicos.
    Yo he tomado una cazuela de vacuno, a base de costilla de vaca, boniato, patata, arroz, caldo y cilantro fresco. La acompañan con una ensalada de berza y zanahoria, también con cilantro, y una salsa de guindilla.
    La camarera es una mujer bajita y robusta con los dientes muy rústicos que canturrea alegremente mientras suma los precios con su aparatosa calculadora.
    -¿Me dice cuánto le debo?
    -Al tiro mi caserito.
    El perrito de la dueña del hotel no deja de ladrar, y si detecta a algún huésped en el pasillo se lanza a por él sin compasión. Creo que yo soy una presa apta, porque sobre todo me encuentro preso también de una cortesía que me impide dejarle claro al perrito que no me enseñe tanto los dientes. No obstante, el perrito, sin saberlo, me pone a salvo de aquellos violentos escenarios donde todo cae bajo el diseño y el dominio de un simulacro permanente de no sé qué mierda impuesta por el márquetin.
    6 de julio. Bus a Valle de Las Trancas. Noche en Riding Hostal.
    Las terminales son grandes cocinas con un sugerente frenesí basado en gran cantidad de ingredientes y distintos procesos de cocción, un escenario mágico que constituye una costumbre tácita, desapercibida, la celebración de un patriotismo dirigido más bien a la especie que a un país. El bullicio y la confluencia de gente parecen los responsables de los colores y la llamativa tipografía de las letras de los mensajes y los carteles. Los lugares que coagulan gente tienen una fuerza especial. Las estaciones son corazones decorados con los abalorios que genera la perentoria necesidad de ganarse la vida, un nivel más humilde, menos despierto de la lucha por la supervivencia. Corazones que bombean gentes a través del sistema circulatorio de los sitios. Sitios, gentes, estaciones, supervivencia y mercados.
    El bus a las Trancas sale a las 7:50 de la estación rural de Chillán repleto de pasajeros. He llegado justo a tiempo. A partir del km 55 comienza a haber una oferta amplia de cabañas de alquiler que se confunden con las bonitas casas particulares de tejados afilados. Hay que decirle al auxiliar del bus, que cobra y acomoda el equipaje, el lugar donde quieres parar. Me dejan en la misma puerta del Riding como si fuera un taxi.
    Me quedo con una cama en dormitorio compartido por 12.000 pesos. Pero es una habitación para dos y estoy solo, así que vuelvo a tener intimidad a buen precio.
    Estoy hambriento. Mientras espero a que me traigan algo de comer y un jugo de arándanos, una chica delgada y morena con los ojos y la boca grandes desayuna en la mesa de al lado.
    -¿Resíen llegaste? -Me pregunta.
    -Llegué hace seis días a Santiago y ahora acabo de llegar de Chillán.
    El chico del hostal me dice que ella conoce Chile mejor que muchos chilenos. Lleva viajando por el país desde marzo. Vuelve a Santiago para quedarse allí tres semanas antes de volver a México a finales de mes. Es muy simpática. Me recomienda que visite la isla de Chiloé, dice que es distinta al resto de Chile. Me pide mi correo electrónico para enviarme información de los lugares donde ha estado. Anoto mi nombre junto a la dirección de correo en un papel. Ella lo lee y lo repite en voz alta.
    -¿Cómo te llamas tú? -Le pregunto.
    -Teresita.
    Sale con prisa porque la esperan para hacer trekking con raquetas.
    El chico del Hostal me recomienda dos rutas.
    La primera me conduce por Sangrilá hasta la colada de lava del volcán nevado. Al llegar al final del recorrido se puede ver el cauce por donde bajó la lava, antes de solidificarse en una gran mole de roca negra, con el volcán al fondo. Hay una zona cerca de allí que se llama así, “Roca Negra”, supongo que en alusión a la colada que ahora, en el invierno austral, permanece prácticamente cubierta de nieve.
    No sé si diez segundos...

Komentáře • 2