Tenr la copresencia del Guía acompañando en la Vida cotidiana. Práctica:Ingenua-Idiota RdO 06.072024
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- čas přidán 8. 09. 2024
- IV. DE QUÉ NOS LIBERAMOS
¿De qué nos liberamos cuando damos el trato que
pedimos? Porque darle a otro el trato que pedimos
tiene como promesa la liberación. Nos liberamos
de climas opresivos, de creencias ineficaces para
la vida, de violencias, de contradicciones y del
sufrimiento que todo esto ocasiona.
Hay sufrimientos que vienen por la memoria.
Por ejemplo, recordamos diferentes situaciones
que nos producen tensión, que nos alteran emocionalmente,
que nos causan emociones negativas.
Las calificamos como negativas porque nos llevan
a actuar de un modo que no queremos. Y no lo
queremos porque es un modo compulsivo, sin
reflexión, que entorpece las relaciones, no es eficaz.
En lugar de construir, destruye. Y nos gustaría
ser capaces de dar una respuesta reflexiva. Que
no sea contradictoria, sino unitiva. Esto quiere
decir una respuesta en la que estén alineados el
pensamiento, la emoción y la acción.
Los climas suelen ser el reflejo de la educación
(en general, violenta) en la que hemos crecido. Ahí
entran a jugar nuestras creencias, los mandatos
familiares, los prejuicios heredados, la atmósfera
social y cultural que nos rodea. Tomados por
emociones negativas, actuamos en un bajo nivel
de conciencia, cuyo correlato es alguna forma de
violencia. Por eso, la Regla de Oro es también la
base de un nuevo estilo de vida, en el que nos
vamos liberando del paisaje de formación por el
cual actuamos compulsivamente. Es más, hasta
podemos identificar aquellos nudos biográficos
por los que nos sentimos condicionados en el
presente y, en consecuencia, podemos intentar una
nueva conducta, superando el condicionamiento
de nuestra memoria, que nos lleva a vivir en la
mecanicidad y en la compulsión. Así podemos
construir, para nosotros y para otros, una atmósfera
liberadora. Aplicar este principio equivale a
empezar a salir del sistema violento.
Nudo biográfico
Ampliando lo dicho sobre el nudo biográfico,
la experiencia realizada en equipo a lo largo de
innumerables encuentros y talleres nos muestra que
trabajando con el ejercicio podemos indagar qué
nos pasó en nuestra infancia para que, en algunas
situaciones o ámbitos, reaccionemos de un modo
que no queremos. Aquello que nos hizo sufrir desde
muy pequeños nos encierra y bloquea. Pero, en
general, lo rechazamos, lo reprimimos y tratamos
de que no nos afecte. Entonces, compensamos.
Veamos un ejemplo para ilustrar esto. De
niño, en la escuela, me sentía degradado por mis
compañeros. Se burlaban de mí y buscaban pelea.
Sintiéndome degradado, los veo a ellos como
discriminadores. Pero en realidad, yo también
los discrimino. En el ejemplo dado, yo me sentía
mejor que ellos, porque era buen alumno, así
que también los degradaba. Y eso todavía me
pasa. Porque, en general, el rechazo que sentimos
frente a la actitud que más nos molesta de los
demás (en mi caso, la degradación) tiene como
base nuestro nudo biográfico no resuelto (mi
propia discriminación hacia los demás). Y lo que
fui haciendo para superar esa contradicción fue
aprender a valorarme a mí mismo y a valorar a
los otros.
Aprendizaje
Dar el trato que pedimos o “tratar a los demás
como quiero que me traten” es aprender a dar el
trato que queremos recibir. Es decir que estamos
hablando de un aprendizaje. Lo interesante es que
para aprender podemos aprovechar el maltrato
que vemos en el otro como un indicador del propio
maltrato que damos (o nos damos) y que tratamos
de reprimir, en general, infructuosamente.
Se trata de un indicador que surge en nuestra
conciencia asociado al trato que quisiéramos
recibir y que no recibimos. Y lo que el “Principio
de Solidaridad” nos dice es, justamente, que el
trato que queremos recibir es el trato que no
estamos dando. En realidad, el otro actúa como
lo hace siempre, como puede, como le sale, pero
interpretamos esa acción como un maltrato hacia
nosotros porque estamos en un bajo nivel de
conciencia. Entonces, proyectamos en el otro el
maltrato que rechazamos o reprimimos.
Contradicción
El ejercicio nos permite también reconocer
situaciones desintegradas que nos ponen en
contacto con fuertes tensiones internas. ¿A qué
llamamos situaciones desintegradas? Son aquellas
en las que experimentamos la contradicción
(pensar, sentir y actuar en distintas direcciones)
entre aspectos internos de nosotros mismos. Esa
desintegración se produce porque desconocemos
esos aspectos internos o porque los negamos.
Y como consecuencia de no identificar (por
desconocimiento o negación) esos aspectos internos
muchas veces nos vemos como víctimas frente a
una actitud ajena. Y no nos damos cuenta de que
esa actitud que vemos en otro es una proyección de
alguno de esos aspectos nuestros que desconocemos
o negamos. Es así como al rechazar el maltrato que
sentimos de parte de otros también rechazamos
una parte de nosotros mismos. Por supuesto esto se
produce en un nivel bajo de conciencia.
Del Libro La Regla de Oro de la Noviiolencia, de Roberto Kohanoff e Isabel Lazzaroni
Hola amigos. Linda reunión han tenido. Respecto del tema copresencia y Guía/s internos siempre sugiero ver la película del director francés Luc Besson, ANGEL-A. En su argumento aparecen delineados claramente los temas de ¿ quien soy ? // la co-presencia- // el reconocimiento de uno mismo // la apreciación // la compasión y la bondad. (lo fantasioso no empequeñece para nada lo esencial del argumento).