𝗟𝗮 𝗽𝗶𝗻𝘁𝘂𝗿𝗮 𝗶𝗻𝗱𝗶𝗴𝗲𝗻𝗶𝘀𝘁𝗮 𝗲𝗻 𝗲𝗹 𝗣𝗲𝗿𝘂́ | 𝗝𝗼𝗿𝗴𝗲 𝗕𝗲𝗿𝗻𝘂𝘆 𝗚.

𝗟𝗮 𝗽𝗶𝗻𝘁𝘂𝗿𝗮 𝗶𝗻𝗱𝗶𝗴𝗲𝗻𝗶𝘀𝘁𝗮 𝗲𝗻 𝗲𝗹 𝗣𝗲𝗿𝘂́ | 𝗝𝗼𝗿𝗴𝗲 𝗕𝗲𝗿𝗻𝘂𝘆 𝗚.
Los primeros años de vida republicana estuvieron signados por el desconcierto, el desconocimiento y por la ausencia de una manifestación artística nacionalista, ello conllevó a que en el Perú se imitarán las tendencias de sociedades que no tenían nuestra problemática ni nuestras costumbres.
Esta situación configuró, en su esencia, un arte que no reflejaba los rasgos característicos de dominación, pobreza y condición infrahumana del indio en nuestro país.
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José Sabogal (1888-1956), después de haber estudiado en París, Roma, España y Argentina, regresa a Lima en 1919, para exponer sus pinturas en la Casa Brandes. Con la llegada de este maestro, se produjo una renovación total en la pintura. Sabogal no siguió mirando hacia Europa sino que miró a su tierra, internalizándola, buscando la identidad integral en sus personajes y en el paisaje, conservando matices de lo costeño, de lo serrano y de lo selvático. Sabogal reivindicó los valores plásticos del artista del pueblo. Esta búsqueda en las canteras nacionalistas de reivindicación del indio, explotada por siglos, disgustó a los conservadores academistas de mentalidad europeizante, que no querían ver al indio en su dolor, con sus pómulos salientes, nariz ganchuda y mirada profundamente enigmática.
Estos planteamientos de Sabogal coincidieron con la búsqueda de una cultura nacional, vertiente específica de la expresión de los ideales sociales. Esta es la época de González Prada, quien hace fuertes acusaciones contra los explotadores del indio, poniendo en tela de juicio las rutinas seculares, denunciando los vicios y corrupciones, así como los crímenes de las clases predominantes; abofeteando el señorío colonial que vivía sin imperativos éticos. Este Maestro fue la fascinación y la esperanza de los jóvenes de esa época.
En la década de los 20, insurgen en la literatura Luis Alberto Sánchez; Luis Valcárcel; Uriel García. En la Poesía, Gamaniel Churata; Alcides Spelucín Intelectuales y Políticos como Víctor Raúl Haya de la Torre; José Carlos Mariátegui; José de la Riva Agüero y Jorge Basadre entre los Historiadores. Todos ellos tuvieron en la Revista “Amauta”, fundada por Mariátegui, un vocero que no sólo sirvió para la expresión de las ideas, sino de foro de polémicas esclarecedoras.
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En 1920, Sabogal es nombrado como profesor de la Escuela Nacional de Bellas Artes, logrando agrupar a su alrededor a los jóvenes pintores con deseos de cambio, entre ellos Julia Codesido, Teresa Carvallo, Camilo Blas, Renée González Barúa, Alicia Bustamante, Cota Carvallo y Camino Brent entre otros.
Estos pintores, impregnados del espíritu del maestro, recorrieron el país en busca de fuentes para pintar al paisaje y al hombre peruano. Asimismo, es indudable que la apertura y comprensión de Daniel Hernández, Director de la Escuela Nacional de Bellas Artes, permitió que los alumnos siguieran no solamente a Sabogal, sino a otros profesores como Piqueras Cotolí.
Como alumnos de Piqueras y Hernández estuvieron Alejandro González (Apurímak) y Jorge Vinatea Reinoso.
Vinatea Reinoso (1900-1931) fue un caso excepcional en la pintura peruana, recreó la luz atraído por el cielo arequipeño y los ocres como elementos unificadores de su obra. Creó un lenguaje lleno de realidad y de encanto, captando la trasparencia de los lagos y el cromatismo del valle andino como un juego sutil de colores pastosos sobre lienzos rústicos.
Ricardo Flores, parte a Huánuco muy joven en busca de temas pictóricos, los que son ejecutados con una técnica puntillista.
Nos detendremos también ante el maestro Mario Urteaga, quien nos revela la realidad social y el paisaje cajamarquino. Con gran ternura y rico colorido capta las escenas costumbristas. Urteaga, hombre culto, estudioso de la escuela renacentista italiana, aplicó en su obra la regla de oro.
En la misma época sabogalina, trabajaron independientemente los temas indigenistas, Cossío del Pomar, Macedonio de la Torre Manuel Domingo Pantigoso, fundador de la escuela puneña de pintura, a quien llevó su identificación con el pueblo a exponer en los mercados de abastos.
En 1932, a la muerte del maestro Hernández, es nombrado Director de la Escuela Nacional de Bellas Artes, José Sabogal, quien acentuó la ruta peruanista con sus discípulos, dedicándose igualmente a investigar el arte popular, escribiendo sobre los mates burilados, el toro de Pukará, los keros, el desván de la imaginería y sobre Pancho Fierro.
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En 1943, Sabogal es obligado a renunciar a la Escuela Nacional de Bellas Artes, muchos profesores y alumnos se fueron con el maestro para seguir sus postulados.
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Fuente del texto:
La Escuela Indigenista en el Perú, Palacio de Gobierno, junio de 1986.