Gracias por compartir tu opinión. Algunos temas de los que hablas tienen un trasfondo que explica el comportamiento, eso sí, no lo justifica. Por el ejemplo el de las acreditaciones o el de las grabaciones y retransmisiones delante de los pasos. En ambos casos el cofrade se define, en una gran mayoría de ocasiones, como una persona egoísta, sin escrúpulos y sin respeto hacia los demás. Todo parece normal si desde ningún lado, especialmente el de las personas gestoras y con autoridad de lo público y de lo privado, se da ejemplo de claridad y solidez en el proyecto, determinación en cuidarlo y organizarlo, y sobre todo respeto y cuidado del prójimo. Vivimos en una sociedad tosca, inculta, medio zombie, y sin sentido crítico, apenas se puede confiar. Crispada en muchas ocasiones, sin capacidad de argumentación y diálogo, y tendente a justificar los actos con un "yo primero, y el de atrás que arree". Como los niños chicos más cabezotas solo responden ante el castigo y la prohibición, de lo contrario van por la vida como "Atilas de pecho henchido". Hay que elevar el listón en esta sociedad urgentemente, y ya que en libertad la falta de humildad impide que uno mismo decida con coherencia qué es lesivo y molesto para los demás en una celebración común, habrá que limitar las libertades ya que no se está a la altura para ejercerlas. Rasgos claros de sociedad involucionada y primitiva.
Gracias por compartir tu opinión.
Algunos temas de los que hablas tienen un trasfondo que explica el comportamiento, eso sí, no lo justifica. Por el ejemplo el de las acreditaciones o el de las grabaciones y retransmisiones delante de los pasos. En ambos casos el cofrade se define, en una gran mayoría de ocasiones, como una persona egoísta, sin escrúpulos y sin respeto hacia los demás.
Todo parece normal si desde ningún lado, especialmente el de las personas gestoras y con autoridad de lo público y de lo privado, se da ejemplo de claridad y solidez en el proyecto, determinación en cuidarlo y organizarlo, y sobre todo respeto y cuidado del prójimo.
Vivimos en una sociedad tosca, inculta, medio zombie, y sin sentido crítico, apenas se puede confiar. Crispada en muchas ocasiones, sin capacidad de argumentación y diálogo, y tendente a justificar los actos con un "yo primero, y el de atrás que arree".
Como los niños chicos más cabezotas solo responden ante el castigo y la prohibición, de lo contrario van por la vida como "Atilas de pecho henchido".
Hay que elevar el listón en esta sociedad urgentemente, y ya que en libertad la falta de humildad impide que uno mismo decida con coherencia qué es lesivo y molesto para los demás en una celebración común, habrá que limitar las libertades ya que no se está a la altura para ejercerlas.
Rasgos claros de sociedad involucionada y primitiva.
Sentando cátedra.